
La Comunión Anglicana es una comunidad cristiana global conformada por iglesias autónomas que comparten una misma tradición de fe, liturgia y doctrina. Con más de 85 millones de miembros en más de 165 países, es la tercera comunidad cristiana más grande del mundo, después de la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa.
Se originó en Inglaterra con la Reforma del siglo XVI, cuando la Iglesia de Inglaterra se separó de la autoridad del Papa y consolidó una identidad propia que combinaba elementos del catolicismo y del protestantismo. Desde entonces, el anglicanismo se ha expandido por el mundo a través de la misión y la colonización británica, dando lugar a una gran diversidad de expresiones culturales y teológicas dentro de la misma tradición.
Estructura y Principios Fundamentales
A diferencia de la Iglesia Católica, la Comunión Anglicana no tiene una autoridad central única, pero sí un líder espiritual: el Arzobispo de Canterbury, quien es el Primado de la Iglesia de Inglaterra y un símbolo de unidad dentro de la Comunión. Sin embargo, su papel es de primacía de honor y no de jurisdicción sobre otras provincias.
Cada iglesia anglicana nacional o regional es autónoma y está organizada en provincias, cada una liderada por un obispo primado o arzobispo. Las decisiones doctrinales y pastorales son tomadas localmente, aunque las iglesias están vinculadas por su herencia compartida y su participación en organismos internacionales, como la Conferencia de Lambeth, el Consejo Consultivo Anglicano y la Reunión de Primados.
El anglicanismo se basa en la Sagrada Escritura, la tradición y la razón como fuentes fundamentales de autoridad. Su teología es amplia e inclusiva, permitiendo la convivencia de diversas corrientes dentro de la misma Iglesia: anglo-católicos (con una liturgia similar a la católica), evangélicos (con una influencia protestante) y liberales (con apertura a nuevas interpretaciones de la fe).
Fe y Práctica
Uno de los elementos centrales de la Comunión Anglicana es el Libro de Oración Común, que establece la liturgia y las oraciones que unen a todas las iglesias anglicanas. La eucaristía es el acto central del culto, y se reconoce la sucesión apostólica, lo que significa que sus obispos están en continuidad con los primeros apóstoles de Cristo.
El anglicanismo también valora el diálogo ecuménico y ha establecido relaciones con otras denominaciones cristianas, incluyendo la Iglesia Católica Romana, la Iglesia Ortodoxa y varias iglesias protestantes. Su tradición de apertura ha permitido la ordenación de mujeres y una postura flexible en temas teológicos y sociales.
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